16.5.06

tercera persona

no sabía por qué andaba tan triste esa mañana. bueno, la verdad verdad, sí sabía. había presenciado el suicidio literal de una historia que le resultaba cercana y querida. no había nada que pudiera hacer para evitarlo. y tampoco quería, en cierto modo. no era problma suyo. sólo le quedaba sentirse así de cursi, más ridícula que la canción esa del bobo que se enamoraba del maniquí. esperaba el tren con paciencia, tratando de seguir su vida como si no pasara nada, porque en verdad verdad, no pasaba nada (eso lo tenía bien entendido). esperaba que el tren llegara a tiempo. esperaba llegar sin novedades al trabajo y a la casa, donde había para ella un mundo que era mucho menos que prosaico. una vida diaria normal, acompañada, una vida feliz, puede decirse. diez a seis, la cena, la película nocturna, el sofá de la sala, la lectura ocasional de un libro bueno, un poema esporádico, una bandada de aves migratorias, la yerbita de todos los días, alguna llamada telefónica, me voy donde una amiga, la soledad de los audífonos, el ritmo del temblor de los vagones, más nada. esa mañana había amanecido así, con un nudito en la garganta y un desgano que venía de cualquier parte y cualquier cosa. después fue que empezó a llover.

2 comentarios:

Antonio Mundaca dijo...

esta muy bueno este microrelato..en serio que si

Marilyna dijo...

¿Cómo desapareció? ¿Por qué se fue?