13.9.05

my world is not that evil.

eso fue lo que se escribió angel repetidas veces en la libreta para no volverse loco. my world is not that evil en cada línea de la página. my world is not that evil. y yo no sé qué decirle de nueva york y el mundo y la guerra y la poesía porque yo también me arrojé en un salón lleno de cosas ajenas a mi mundo. pero quién soy yo para decirle a mi vecino que nos preocupa cada noche que la grite i'm gonna fuck you up a toda su familia, a todo el edificio, quién soy yo para decirle a mi estudiante eso que tú haces es una violencia, me ofende, it hurts inside, so deep inside i am unable to tell exactly where it is. quién soy yo para decirle que no grite, que me llena el salón de malas energías, que mi salón no es su barrio, que yo no voy a gritar que yo no soy su madre ni su novia que no me trate mal. y es que no tengo manera de decirle que en mi mundo eso sí es violencia, que dejar a los hombres hablar es un problema político, que en mi mundo un gesto y la posición de su cuerpo cuando habla son. no sé qué son pero también comunican secretos que yo observo y recibo y me duelen, porque las entiendo and yet no tengo las herramientas, los instrumentos para crear lazos. y empiezo a pensar que el problema va mucho más allá que el simple entendimiento pero de pronto me siento como si mis palabras no fueran nada en su contexto, que son abusrdas, una payasada, que mis costumbres burguesas son una ridiculez. que el simple hecho de decir esa palabra, burguesía, me distancia todavía más del grupo, que en inglés ni siquiera existe, que el inglés la toma prestado del francés, mira qué estúpido. que no importa que me haya leído no sé cuantos libros feministas si tres tipos me desarman en la vida cotidiana, y tengo que decir desarman aún cuando no llevo herramientas, instrumentos, pepitas de oro, pedacitos de cristal de colores, nada. me desarman y ni siquiera sabía que necesitaba andar blindada, o que salir a la calle era un peligro. no lo sabía y no quiero saberlo. lo resisto. porque no me cabe en la cabeza. porque no. que el simple hecho de reflexionar sobre el lenguaje me convierte en una loca desubicada, fuera de la norma, fuera de contexto. que reflexionar sobre el lenguaje es una pereza impráctica, que no tiene nada que ver con sobrevivir la hostilidad de estas calles bravas de estas cárceles de estas locuras que nunca habían tenido nada que ver conmigo por más que leyera a piñero o a fanon. que no sé cómo empezar a escribir de nueva york en nueva york y hablar de eso, hablar de la gente diferente que viven al otro lado del vecindario, del aborto, del birth control, de huracanes, del fascismo en nuestras vidas, de brutalidad policial, de la pobreza, de los prejuicios. y yo sé que desde el principio no llegamos a comunicarnos, siempre lo he sabido, que siempre una se sumerge en el abismo de los silencios que separa una de otra a las palabras, que siempre importa más lo que se queda sin decir. quisiera hasta gritar que no es lo mismo decir género, que me irrita cuando ella vocaliza la expresión the battle of the sexes, porque me rebelo a creer que mi compañero, que el padre de sus cuatro hijitos es un adversario, que donde mismo hago la guerra es el amor. y sin embargo, no sé cómo decirte que no es justo tampoco que ni siquiera un día esté la cena preparada cuando llegue, que a mí también me gustaría sentarme cómoda esperando aunque después me toque la tarea de lavar las cacerolas. y que en mi mundo eso es lo mismo que hace mike, un desafío. pero digo desafío y no quiero decirlo porque esa palabra también puede ser buena y esto no. y me vuelvo un ocho. y lloro porque abuela y abuelo me hacen falta y la limpia salada de la playa me hace falta y mis amigas me hacen falta y tú me haces falta ahora como nunca has sido. pero eso también es un absurdo fuera de contexto porque tú también te desenvuelves en un registro emocional que yo no entiendo, porque es normal que creamos diferente lo que es bueno y lo que es malo, que al fin y al cabo cómo me atrevo a imponerte qué está mal.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hola aunque no nos conocemos me gustaría preguntarte que significa "yo me vuelvo un ocho".Es una expresión que no entiendo y me gustaría saber que significa gracias

nicolececilia dijo...

jajajajja

volverse un ocho es una expresión bien puertorriqueña (creo). significa "enredarse" o "confundirse". como un número ocho, que es casi un círculo enredado.