Después de la marcha "oficial", cuando se había "retirado" la policía, me quedé dando vueltas en bicicleta por Hato Rey y vi con mis propios ojos y sentí con mi propia asfixia y piquiña a grandes contingentes de la policía perseguir, hostigar y atacar a muchas personas que, luego de sentir la fuerza de la unidad de un pueblo en resistencia con los objetivos comunes finalmente claros, seguían en la calle con sus pancartas, pitos y flautas (literal) y escudos pintados con la bandera muerta protestando, acompañándose y compartiendo música y remedios para aliviar el malestar del abundante gas pimienta con el que pretendieron mitigar la indignación necesaria y disolver la unidad conseguida por lo menos hasta las 5 de la tarde.
En fin, la policía no se retiró un carajo. Y hubo gente que se quedó en la calle porque no necesitamos el permiso del gobierno ni la "protección" de la policía para expresar nuestro malestar.
Aun en los estimados más conservadores queda claro que allí había mucha más gente que la que votó por el gobierno monigote que nos sigue apretando la soga del cuello hasta la asfixia. No nos pararán.
Seguiremos en la calle con permiso y sin permiso. Somos mucha gente junta,
esa es la gran lección de ayer. Aquí nadie está solo. En la lucha de clases los oprimidxs siempre hemos sido una abrumadora mayoría.