30.9.09

la oscuridad es otro sol

ya sé por qué tenía que ir a Guatemala, por qué no quise quedarme días demás en ningún otro lugar del camino. ya sé por qué insistía tanto en buscar algo en esa ciudad contaminada de guerra y fealdad. pero entre todos los escombros siempre hay belleza. tanta belleza que a veces uno se sumerje y no hay regreso. coincidencias que luego se descubren. una montaña. la laguna. finísimos hilos de sudor y de baba. la mística sexual del che guevara. no hay que fiarse de las primeras impresiones (o a veces sí).

guatemala poesía hoy

Rosa Chávez
Regina José Galindo
Pablo Bromo
Alan Mills
Alejandro Marré
Pedro Chavajay
Manuel Tzoc
Julio Serrano
Claudia Navas
Javier Payeras
Luis Méndez Salinas
Edna Sandoval


(pronto añadiré los links que me faltan, y otras cositas)

25.9.09

la poesía la llevo dentro
alguien
-con su palito erecto-
me la metió.

Regina José Galindo

21.9.09

la poesía tiene una dimensión también así--



como un espejo roto que no deja de ser el espejo donde vamos a buscarnos de rutina
o el cuarto de una casa por donde entró una bala sin que hiciera daño.


cd. guatemala, lloviendo

14.9.09

mágicas mujeres maravillosas

me gusta encontrar en el camino a compañeras que me inspiren tanto como ellas. con todas he hablado de la libertad, de la capacidad que tenemos de elegir la vida que nos satisface, de los sacrificios que implica tomar una decisión y descartar otras, y de las grandes alegrías que da saberse mujer creadora. gracias.

Mercedes, Playa del Carmen, superpoderosa artista, madre a tiempo completo (de viento y sol), experta en pieles y nuevas vidas.
Nancy, Chetumal, luminosa acupuntora, saxofonista, deportista extrema, entregada caminante.
Tania, Caye Caulker, loquísima mujer sonriente, fotógrafa, viajera, y sobretodo libre.
Délfida, Guatemala, artesana y admirable organizadora comunitaria maya-chortí.

Flores

Flores, Guatemala, también es una isla. Es un pueblito colonial en medio del lago Petén. De aquí salen cada hora autobuses para ir a visitar Tikal. Iba a ir hoy, pero preferí quedarme un día vagando en el pueblo, nadando en el lago, preparándome para la experiencia arqueológica, empapándome un poquito del país al que acabo de llegar. En el autobús me dijeron que no caminara sola por Santa Elena, el pueblo que queda del otro lado del puente, porque allí habían muchos maras. Pero el mercado queda en Santa Elena, y yo quería comprar frutas. Así que, por fortuna, desobedecí. El mercado de Santa Elena es vibrante y vivo. Y más barato que al otro lado. Con 100 quetzales compré: un jugo de naranja, unos jeans, unos shorts, tres blusas, una pomada para el pelo y otra para la urticaria provocada por el calor y la humedad de la selva, desayuno con huevos, frijoles, queso, tortilla y café, limones, papaya, piña, manzanas, agua de coco, y el pasaje de regreso a hostal en taxi. 

Caye Caulker

Belize es un país extraño. está en el medio de Centroamérica, pero los rótulos en inglés, el acento de las personas, el creole y el broken English, el mínimo desarrollo de su extensión territorial ,hacen pensar tal vez en Africa. la tierra es casi casi virgen. por lo visto, hay poco desarrollo agrícola, siquiera, como si sus habitantes vivieran a la merced de la suerte o de la eventual generosidad de la reina de Inglaterra. es difícil de entender de qué viven las personas, o cómo se mantiene estable su economía, teniendo en cuenta lo caros que son los dólares belizeños, la comida, el hospedaje, el transporte, todo. pero en los cayos del Caribe, los locales tienen la oportunidad de vivir del truco, ofreciendo servicios de todo tipo a los turistas ingleses, australianos, e irlandeses que inundan sus callecitas de arena. sin embargo, estas islas tienen su encanto. allí conocí a Tania, la única colombiana del poblado de Caye Caulker, la única suramericana que vive en la isla. ella fue de viaje por tres días hace ocho meses. ahora vive en una pequeña casita de madera color melocotón, muy cerca del bar de reggae en donde holgazanean los locales después de sus arduas jornadas de trabajo. yo me la pasé muy bien: salí en un velero a hacer snorkeling en un gran arrecife, nadé entre tiburones, mantarrayas, manatíes, y extraños peces con nombres de pájaros. tomé fotos, pero Big Steeve me obligó borrarlas todas cuando se enojó porque no quise ir a dormir con él, ni quedarme un día más en la isla cariñosa. Belize es el país de Latinoamérica con más alta incidencia de pacientes de VIH. muchas turistas blancas llegan a Belize a pescar hermosos y enormes hombres negros. en Caye Caulker, los dueños de los negocios, todos, son altas mujeres blancas o familias Taiwanesas (éstos últimos no interactúan con el resto de la población, quién sabe, siquiera, en qué parte de la isla viven). y que conste que cuando digo isla, me refiero a un poblado de dos calles: Front St. y Back St.

7.9.09

el pirata canadiense

you´re a tough woman, me dijo en una de nuestras conversaciones nocturnas en el balcón del hostal. if i was a woman i´d be just like you. su nombre era robert, como mi padre. y había vivido largas e intensas vidas, todas diferentes: traficante de coca en bolivia y colombia, sobreviviente extremo en una isla cerca de salvador de bahía, cazahuracanes en altamar, cocinero en los mejores hoteles de playa del carmen, guerrillero en dublín. también había vivido en marruecos, manchuria, república dominicana, montréal, key west, y en muchos otros lugares a los que poca gente ha oído mencionar, siquiera. ahora estaba estacionado en una casa de viajeros en el centro de Bacalar, a una cuadra de la laguna de agua dulce más paradisiaca que he visto después de muchos viajes. él se preparaba para un largo viaje en altamar, en un barco de vela, tal vez el último viaje de su vida. creo que el pirata y yo nos hicimos amigos. yo me maravillé con sus historias, y le escuché largo y tendido cada noche que pasé en Bacalar. recitaba canciones de jim morrison, edith piaf, y los rolling stones como si fueran poemas chamánicos. cuando se dio cuenta que yo escribía en un cuaderno, asumió que debía estar escribiendo sobre él, y me daba indicaciones sobre qué poner en la libreta. write about when i met mick jagger in paris, write that i´m a man from the sea. me enseñó dos cicatrices, marcas de victoria de una lucha cuerpo a cuerpo con dos tiburones. no sé si sus historias eran verdaderas, pero había muchísima verdad en su modo de contármelas. i used to be dangerous, decía, but now i´m old! después me dijo, a manera de piropo, que de todas las personas que había conocido en Bacalar, conmigo se sentía identificado. ¡qué gran honor!

te oí por radio, alan mills

hoy, antes de mediodía, fui a visitar a unos artesanos que conocí anoche en el único parque de bacalar. tuve que cruzar su casa de madera, con una cama enorme y una gran mesa de taller, para llegar al patio, en donde estaban ellos dos sentados bajo un árbol lijando pedacitos de cáscara de coco. "llegaste a buena hora "dijo cristina, la güera, y subió el volumen de la radio. "es la hora del reggae". luis (un jarocho a quien le dicen el negro) me dio un vaso de cerveza. otro amigo, con largos rastas en el pelo, los acompañaba. "este hace lo del pescado", dijo el negro, cuando le pregunté al otro chico qué hacía ,"nada y nada y nada". para mi sorpresa, justo después de una canción de cultura profética (que era una musicalización de un poema de benedetti, por cierto), el locutor del programa de reggae empezó a hablar sobre la feria del libro de chetumal. sentí un placer curioso, mezclado con complicidad, al darme cuenta de que alan mills estaba en la radio, en un programa que se oye los sábados en un barrio de un poblado bastante remoto del estado de quintana roo en el sureste mexicano, ese poeta a quien oí recitar alguna vez en el defe y de quien, también por azar, había leído el libro del que hablaban en la radio. un libro que me había gustado. mientras escuchaba, garabateé en mi libreta algún asomo de poema.
después me levanté de la mesa y fui a nadar al cenote azul. nadé tres veces de lado a lado, comí sopa de mariscos y tomé tres cervezas. unos viajeros extraños del d.f. me invitaron a sentarme en su mesa. pero después me separé de ellos. regresé al poblado de bacalar con un trailero que todos los días transporta bloques de cancún a chetumal.
bajé a la laguna, ya había caído la noche. esperaba a que saliera la luna. luego llegaron dos policías en sus motos ruidosas. decidieron acompañarme a ver alunecer, y me escoltaron de regreso al pueblo, porque esas no eran horas para que una mujer estuviera sola, en la oscuridad de la laguna.

(fragmento de correo electrónico)

2.9.09

día de pesca






Punta Allen, reserva de Sian Kaan

en Punta Allen aprendí que el fondo del mar también tiene dueño, y se hereda. Don Ángel y su hijo Millais me llevaron a pescar langostas a su campo submarino hace tres días. Cada vez que salen, sacan de 10 a 20 kilos de cola de langosta. Antes de llevar las langostas al depósito, les arrancan la cabeza y la tripa, y revisan que no tengan huevos, porque si no, no las reciben. Según las reglas de la cooperativa, el campo submarino sólo pueden heredarlo los hijos varones de los pescadores-buzos, pero Millais es artista, y no quiere ser pescador. Aquí en Punta Allen, los pobres comemos langosta, caracol, pescado, dice con hastío. Después de destripar tanta langosta diariamente, ya ni siquiera le gusta comer mariscos.