26.5.06

las tumbas

De lo que A. se acordaba mejor era de los sonidos. La verdad es que había tenido poca oportunidad para recrear una memoria visual confiable de los hechos. Muy temprano en el desarrollo del conflicto, el bouncer del bar lo había enceguecido con un chorro de gas pimienta. Con la vista jodida, fue poco lo que pudo hacer para evitar algo terrible. Oía a R. discutiendo con los policías, oía los gritos, los gemidos, escuchaba golpes y macanasos, oía las reacciones de los testigos que se habían arremolinado alrededor de la turba, los insultos que les propinaban los uniformados. Oyó clarito cuando el policía volvió a abrir la puerta de la patrulla en donde lo habían sentado para rociarle un poco más de pepper spray. Lagrimaba. Luego resonaba en sus tímpanos el sonido metaloso que tiene la atmósfera entrada la noche. Escupió el interior del carro. Intentó que sus babas y gargajos le salieran de la boca con puntería de arquero, quería escupir los asientos delanteros, el manubrio, la palanca del freno de emergencia, el mango de la transmisión automática. Le daba asco estar en esa situación, con las manos amarradas literalmente. No podía, siquiera, comenzar a diseñar el mapa de salida. Estaba en un lío tremendo. No entendía bien cómo había llegado allí y mucho menos cómo rayos iba a resolver. Después el cuartel y un dolor de cabeza insoportable. El tiempo pasaba tan lento. La noche, que no quería acabarse.

Entonces fue que lo llevaron a las tumbas. Así le oía decir a los demás presos cuando hablaban del hoyo donde los tenían metidos. Las tumbas se llamaban los calabozos de Central Booking, las oficinas centrales de la corte criminal del condado de New York. Ya lo habían llevado de celda en celda, de carro en carro, cada vez a lugares más recónditos. Las tumbas podía fácilmente ser el fin del mundo. No habían ventanas, sólo unos focos de una luz rala, amarilla, con olor a sobaco. Pero todavía no era la cárcel. Los guardias no le habían cedido su derecho a hacer una llamada. No se sabía los números de teléfono de nadie. No sabía a quién llamar. No sabía cómo empezar a entender, mucho menos a explicar lo que pasaba. Lo único que podía hacer era pensar y pensar y volverse loco. No le iban a dar la llamada de todas formas. Maelo le cantaba entre las cejas y detrás de las orejas. Todo era tan irónico, tan ridículamente vulgar, tan literal, tan bochornoso.

Quería vomitar de puro gusto, era lo más apropiado en esas circunstancias. No pudo. Tenía un boquete en la boca del estómago, una amargura, la garganta toda bilis. Pero hasta ahí: ni vómito, ni sueño, ni ganas de mear, ni nada. R. lo miraba desde adentro, contra la pared de la celda contigua, casi reprochándole, arrollada por la corriente en espiral del agua sucia de la ducha cuando se bañaban juntos. El desagüe. Allá lejos un río. Por ratos le divertía escuchar las conversaciones que sostenían los otros presos para entretenerse. Recibía con sorna el cubículo sobrepoblado de hombres encerrados. Iba a tener que faltar a la tienda, iba a perder días en el trabajo. No tenía ni un lápiz. Le dolía la vista pero no podía pegar los ojos. El tiempo, las horas y sus minutos, todo, habían dejado de existir.

23.5.06

cuatro días


De momento nos resultaba inconcebible que en cuatro días tuviéramos tanto por contarnos. Qué fin de semana. A. había, incluso, pasado por el hospital, con un ataque de asma, escoltado por un oficial de NYPD, la misma noche que yo le saqué 200 dólares a una turista británica. Su novia y una amiga habían perdido el sueño en la cárcel, por primera vez. Tenían manchas moradas en el cuerpo y las muñecas golpeadas por la fricción del metal de las esposas. Yo, por el contrario, estaba ilesa. Tal vez sentí un poco de malestar en el estómago el domingo, patas arriba, en una de las montañas rusas del parque de diversiones en donde mi jevo, mi primo y yo gastamos inescrupulosamente todo el dinerito extra que me agencié esos días.

21.5.06

you have the right to have someone notified of your arrest (not to make a phone call yourself)

Nosotros no nos preocupamos para nada cuando A. no se apareció por tres días. Desde que su jeva se había mudado a la casa nueva no se les veía en el apartamento. A. llevaba semanas reorganizando su cuarto poco a poco porque tenía que cerrar el estudio de la escuela después de la graduación. Tenía un reguero y montoncitos de trabajos recostados sobre cada una de las paredes. Había pensado construir un mueble, trepar la cama en zancos, aprovechar el espacio y la luz del cuarto lo mejor que le saliera. Iba a pasar el verano entero pintando, por fin. Las noches que A. no venía el silencio de la casa era solo nuestro. Pero sonó el teléfono.

-¿Tú has visto a A.?- le reconocí la voz.
-No, lleva días sin venir.
-¿Tú sabes por qué, verdad?

E. hablaba en serio. Estaba sobrio y concentrado. Se preocupaba de que yo tuviera menos noticias que él.

-Él siempre se queda en casa de R. - le dije.
-They're both in jail.
-¿Qué?- Le pregunté diez cosas y no pudo contestarme ni una sola.

E. tampoco tenía idea de qué carajo había pasado con ellos.

sabotaje

por eso mismo / nunca acabo un cuento
sigue sabotéandome esta voz lírica / se rebela contra usar sus energías / rebuscando tanto / entre posibles verbos y posibles tiempos / que construyan / una narrativa consistente / una concatenación de verbos activos y pasivos / que concuerde /una trama que circule / que se suceda / que llegue al mar / y el mar / esa metáfora / que a la larga / nunca es metáfora de nada / más que de sí mismo / sabotéandome aquel verso / que nunca quiso / hablar del mar / en primer lugar

17.5.06

police brutality basics

Cuando A. se apareció por fin en casa llegó con R. Le temblaban las manos, las llaves campaneaban estruendosamente mientras subían las escaleras. Supe que llegaban por el sonido nervioso del llavero. Hablamos brevemente de pie, en el pasillo estrecho del apartamento. Me enseñaron los chichones. Estaban llenos de hematomas. R. me miraba fijo a los ojos, pero daba la impresión de que aún no regresaba de la celda, que se había quedado atrapada dentro del puño cerrado del oficial golpeándole la cara. Casi parecía que su retorno a tierra firme era una expectativa lejana e irreal. Las piernas le dolían. Tenía, igual que A., sendos moretones horizontales en los muslos, memorabilia del macanaso que la tiró al piso justo antes de que le pusieran las esposas. Ella no quería hablar de eso, decía, pero contestaba mis preguntas específicas sin resistir. Abría los ojos cada vez más grandes, mientras se paseaba entre los recovecos de su memoria, ahora invadida totalmente por los flashbacks brutales de los acontecimientos del fin de semana.

16.5.06

tercera persona

no sabía por qué andaba tan triste esa mañana. bueno, la verdad verdad, sí sabía. había presenciado el suicidio literal de una historia que le resultaba cercana y querida. no había nada que pudiera hacer para evitarlo. y tampoco quería, en cierto modo. no era problma suyo. sólo le quedaba sentirse así de cursi, más ridícula que la canción esa del bobo que se enamoraba del maniquí. esperaba el tren con paciencia, tratando de seguir su vida como si no pasara nada, porque en verdad verdad, no pasaba nada (eso lo tenía bien entendido). esperaba que el tren llegara a tiempo. esperaba llegar sin novedades al trabajo y a la casa, donde había para ella un mundo que era mucho menos que prosaico. una vida diaria normal, acompañada, una vida feliz, puede decirse. diez a seis, la cena, la película nocturna, el sofá de la sala, la lectura ocasional de un libro bueno, un poema esporádico, una bandada de aves migratorias, la yerbita de todos los días, alguna llamada telefónica, me voy donde una amiga, la soledad de los audífonos, el ritmo del temblor de los vagones, más nada. esa mañana había amanecido así, con un nudito en la garganta y un desgano que venía de cualquier parte y cualquier cosa. después fue que empezó a llover.

15.5.06

réquiem para un personaje de ficción

esto es peor que esa desolada sensación de abandono que le queda a una cuando se acaban las páginas de un libro largo que nos ha gustado mucho y nos ha acompañado en noches y viajes y ocios y compromisos aplazados. más triste aún que llegar al final del libro que estábamos leyendo en uno de esos momentos de la vida que acaban siendo como un codo, con cambios de dirección rectos y agudos, aunque nunca precisamente obtusos. voy a extrañarte. ya no podré visitarte compulsivamente, a horas inapropiadas. o entrar por las ventanas cuando estés dormido. o quedarme atrapada en la tela de araña que protege del polvo las esquinas de tu casa. ya no puedo. desapareciste del internet.

14.5.06

puentes










para Xavier, por la conversación
aquella de los ríos

una cruza puentes porque sí
sin creer estar andando sobre agua
sobre cuencas abarrotadas de cadáveres
sobre corrientes que no saben
que son también un verso de un poema
una cruza puentes al garete
sin conciencia de estar yéndose a otro lado
sin saber que las aguas comunican las orillas
más de lo que las separan
una cruza puentes como si cruzara cualquier cosa
sin pensar que no se está, realmente, en tierra firme
sin considerar el hecho
de que se pende de un alambre
a la merced de algún fenómeno atmosférico
a un paso, apenas, de la caída libre
una cruza puentes a lo loco
casi en contra de las fuerzas que sostienen al planeta
esa plataforma que detiene
el curso inescapable de la gravedad
sin pensar siquiera en que allá abajo
hay un mundo subacuático que no nos pertenece
con secretos que no irán a parar a tumba alguna
con destinos que nunca serán parte del registro de los mapas
con historias que no sabe nadie
porque nadie regresa a salvo de la muerte
una cruza puentes, tan livianamente

una cruza puentes a diario y no significa nada

12.5.06

simplezas

mi urgencia por escribir precede cualquier conciencia literaria. casi casi precede la lectura y la escritura. no hay ficción ni pretensiones eruditas. es sólo una madeja de palabras, significados y sonidos, una necesidad imperiosa de regresar al origen del pensamiento. y por eso mismo, una elección consciente de estructuras linguísticas metaprimitivas, volver a algún momento del pasado en el que supe construir columnas de poesía sin saber qué era la poesía, la sintaxis, la fonética, el grafito, mucho menos la mancha de la tinta, la posición de los dedos sosteniendo un lápiz... esa poesía.

8.5.06

salt marshes

2006 [foto mía]
ayer fuimos a ver pájaros a una reserva natural al sur de brooklyn.
entre tanto sol y tanto canto de ave la ciudad me quedó lejos por primera vez.

botellas rotas en casa del vecino

esto es idea mía / tener la casa llena / de fantasmas vivos/ presencias concretas / conocidas / gente que sepa / describir los mapas / gente que pasa / se queda / y no vuelve / y tú, tan complaciente / con esa buena fe / de ir por donde yo decida / recorrer este camino / fácil / de todos los días / que se repite / premeditadamente
esto es un / crucigrama / una sopa / un jueguito / que no tiene regla alguna / reglas de género / de número / de tiempo / de forma / reglas periódicas / consecutivas / un laberinto que es / también una ventana / esas cosas que sólo son / posibles en el cine / y yo no lo comprendo
botellas rotas / en casa del vecino / sonidos incongruentes a esta escena / alguien dijo / casualmente / me cago en diez / y el reloj marcaba / las diez en punto

far rockaway

en new york también hay playas
far rockaway / 2006 [foto mía]

más, qué rico

From: manuel clavell
Mailed-By: gmail.com
To: Nicole Delgado
Date: May 8, 2006 7:13 PM
Subject: Conque posteando correos privados

la mas sucia de las sucias, la guerra sucia, pero eso es así y qué bueno, conque posteando correos privados? la más sucia de las guerras sucias. esa calaña no sále aunque se lave. jaque mate.


From: Nicole Delgado
Mailed-By: gmail.com
To: manuel clavell
Date: May 8, 2006 9:49 PM
Subject: Re: Conque posteando correos privados

hago con mis correos lo que me dé la gana, manuel. además, el mundo debe saber lo que piensas de mí. procuraré ponerlo en mi currículo.

:D

7.5.06

¿crítica literaria o algo así?

From: manuel clavell
Mailed-By: gmail.com
To: Nicole Delgado
Date: May 7, 2006 2:14 AM
Subject: E=mc2

belleza, acabo de leer una pena tuya en derivas, un lamento de esos tantos y me pregunto cómo exiges que todo el mundo cambie pero tú no cambias. tú misma lo dijiste tan clarito tan y tan clarito que parece embuste: mija, ya estás grandecita para rabietarios.


From: Nicole Delgado
Mailed-By: gmail.com
To: manuel clavell
Date: May 7, 2006 10:18 AM
Subject: Re: E=mc2

manuel,
no sé qué carajos pretendes de mi, por qué andas buscando bulla todo el tiempo si te dejo tranquilito. plis no jodas okey, que no es contigo.



From: manuel clavell
Mailed-By: gmail.com
To: Nicole Delgado
Date: May 7, 2006 10:41 AM
Subject: Re: E=mc2

lamentablemente, erres tan arrogante que ni te interesan tus lectores. no pretendo nada de ti, sólo te leo y tu producción me parece bien desagradable: altanera, arrogante, palnfletaria, incendiaria, plana, llana, obsoleta, cortahuevos, conservadora, estación repetidora. entonces pides cambios a diestra y siniestra pero tu trabajo es estático, tú misma no eres agente de ese cambio que reclamas. "qué pena". además, y estos es una comemierdería, por supuesto, eres bastante cafre. qué es eso de que no joda? please, ahora no puedes bregar con las lecturas alternas. si tiras veneno, no esperes que te lluevan flores amarillas. a mí no me dejes tranquilito mija, tira pa ca, a ver si aguantas el empuje.