12.12.06

autopistas


no sé qué estoy haciendo. puerto rico es a la vez cómodo y a la vez ajeno. los coquís amortiguan la noche, es cierto, pero pienso que el candado de esta casa tiene veinte años y todavía pesa lo mismo tras las rejas de urbanización cerrada. el carro que uso es difícil de guiar. no llego bien a los pedales. después, en la grama del morro donde una vez volamos un cometa, xavier me dijo que tenía los pies tristes. igual transito las autopistas como si yo las hubiera construido, como si fueran un patio familiar de las infancias remotas del recuerdo. llego y las conozco. detesto conocerlas tan bien. san juan como siempre. luces de navidad. exceso de policías. gente hablando rabiosa y resignada sobre los policías. dos o tres conversaciones necesarias sobre la muerte de pinochet o sobre generaciones poéticas. el clima es perfecto. cae una llovizna suave. la casa de karina es un museo generoso, una camina descalza y ella abre los brazos y prende velas y es luz y toda la ternura de los montes más verdes de los continentes más profundos. los perros de mi madre hacen ruido. me sobresalto un poco, pienso que tengo la casa sola. confronto dos o tres de mis normales comportamientos compulsivos. insisto en hacer preguntas obtusas y dar respuestas incisivas. miro a cualquier lado con mirada desconocida, desconectada. los pensamientos los tengo fragmentados. no siento que estoy de viaje y pienso en viajes otros. despedidas. abrazos. regresos. mudanzas. cajas de cartón. adiós. después recuerdo que hablé con un chamaco que toca la trompeta de las carreras de caballos del hipódromo. o que en la playa de la perla había una instalación de arte que era como si hubiera un fantasma mirándote mal. todo es tan raro. no sé bien qué hago. el camino es un río caudaloso que me lleva. mañana el agua dirá.

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