mi cuerpo ha sido siempre un otro
que miro desde mí, de reojo y con recelo
mi mirada severa compite
con la violencia de los hombres en la calle
con la sorpresa pudorosa de las monjas
con la pícara curiosidad de algunos niños
con el juicio inevitable de los ojos de mi madre
con la condescendencia extrema de las amigas
con la mentira inversa y bidimensional de los espejos
la mirada, la mía
es distinta a las demás, las otras
de mis mis ojos juzgadores
soy mi testigo
mi cuerpo se rebela contra mí
y yo me miro
atroz y fascinada
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