amanecí mirando una pirámide
me templaron el cuerpo la piedra y la madera en el fuego
rompí en más pedazos
la cerámica arqueológica del tiempo
derretí mis dedos debajo de la tierra
ahora, a la ciudad le germinan conciertos en las plazas
flores escandalosas que se complementan
llueven calendarios confundidos
aunque sábado y lunes nunca aprendan a ser lo mismo
esta noche las calles están llenas de gente luminosa
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