27.7.09

de cualquier malla

ayer, por fin, después de tanto insisitir en conocernos personalmente, vinieron a almorzar a casa edgardo y herminia. creo que queríamos tanto coincidir, que las coincidencias superaron toda expectativa. hablamos, sobre todo, de puerto rico. del pequeño mundo literario y sus grandísimos chismes que dan tanto de qué hablar en cualquier sobremesa. hablamos de música, de historia, de política. pero a todo el mundo le gusta averiguar sobre las tragedias familiares, tal vez para ver si encuentra un espejito. hay tanta atrocidad detrás de los afectos. correas, castigos, chancletas, padres desaparecidos. y al final, resulta que edgardo conoció a roberto.

roberto, mi papá. eran vecinos del barrio, y aunque roberto era un poco más grande que él, sí se conocían. dice edgardo que roberto era un don juan, y que tenía una voz estridente y rara, que todavía la recuerda. que lo último que supo de él es que está en estados unidos, y mal de la cabeza. (siempre me he preguntado qué quieren decir esas dos cosas: "en estados unidos"; "mal de la cabeza".) lo más raro es que empezó a referirse a roberto como "tu papá" mientras me contaba sus anécdotas de la infancia y eso no me había pasado nunca.

yo no sé si ya quiero saber quién sea ese personaje vacío de mi historia. me gusta la idea de ficcionalizarlo, a falta de verdades contundentes. pero ahora su cuerpo tiene dimensiones. edgardo me contó que alguna vez heredó un gabán de roberto, que luego usó para disfrazarse de año viejo en las fiestas de navidad.

entonces, mi padre era (es) alto como edgardo. cuánta coincidencia inesperada para una tarde de domingo en la ciudad de méxico.

No hay comentarios: