9.3.10

algunas noches, después de comer demasiado chocolate, es difícil dormir. los vecinos roncan, los relojes laten demasiado fuerte. entonces el camino también late, y una no sabe a dónde se va, ni cómo. mientras tanto, acepto la generosidad de las amigas (gracias Marina) y me voy a vivir a una enorme casa a medio habitar en las afueras de una ciudad con buen tiempo. estoy mirando el jardín y quiero un machete. me excita abrir gavetas, encontrar tesoros en desuso entre los cachivaches ajenos. el tocador de mi abuela muerta, por ejemplo. esta es una casa costurero. estoy desenredando hilos y podando el jardín. a veces, debo admitir, la soledad me asfixia. pero aprendo. y deseo.  a veces, también, todavía, debo admitirlo, siento miedo de mi silencio.