30.11.05

vacaciones en la isla III

te quedan en la isla veinticuatro horas y te toca contar las hojas de los árboles, perderte en las raíces aromáticas del mangle, iniciar un viaje a los confines arteriales de las plantas tropicales. una ruta hecha de helechos, un mundo verde monocromo y ondulado. un regreso a los lugares que olvidé recordar por las mañanas, que olvidé conocer anteriormente o que simple y llanamente reconozco que olvidé.

olvidé -por ejemplo- que a cierta hora de la tarde el agua de la playa se tizna de rosada, se mancha de violeta y los pies contentos y los peces contentos saltan de emoción. olvidé que el sol siempre coquetea con las curvas de las nubes. olvidé que me conmueven los colores de la isla que las formas de los montes me hacen cosquilla en la mirada. y que me cura. y que me llama. y que me hala el ocio, la pasimonia minutera de los pueblos en donde no pasa nunca nada y aún así, cualquier cosita es una celebración inesperada, un sobresalto de paz, una alegría.

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