yo entendía tan bien tu soledad
el desquicie de ser algo materialmente distinto
a lo que habías escogido pa ti mismo una vez definitiva
hablándole al espejo de certezas, como si el capricho
de los cuerpos pudiera decidirse a solas
mirabas al mar porque del mar sabías
que no podías pedirle nada a cambio
a menos que tuvieras en las manos una caña o un arpón
ni siquiera a la piedra podías pedirle nada
-que daba cocolías a la hora de los jueyes-
ni siquiera al sol
y aprendiste a conformarte con la lluvia
a mirar las formas nuevas de la espuma
a sentir la arena entre las uñas
a recoger uvas costeras
con la esperanza simple de encontrarte
en el camino al señor de los icacos
un par de uvas maduras
o alguna procesión
ibas tan lleno de amarguras
con tus párpados abiertos llenándose de muertos
y la costra triste de lo que no te dio tu infancia
pegada al paladar
tu soledad era la misma que la mía
memoria que no cupo en el cuerpo
ni en el hoyo del olvido
por eso era que el mar nos definía:
no podías pedirle al mar lo que querías
pero siempre daba algo
el desquicie de ser algo materialmente distinto
a lo que habías escogido pa ti mismo una vez definitiva
hablándole al espejo de certezas, como si el capricho
de los cuerpos pudiera decidirse a solas
mirabas al mar porque del mar sabías
que no podías pedirle nada a cambio
a menos que tuvieras en las manos una caña o un arpón
ni siquiera a la piedra podías pedirle nada
-que daba cocolías a la hora de los jueyes-
ni siquiera al sol
y aprendiste a conformarte con la lluvia
a mirar las formas nuevas de la espuma
a sentir la arena entre las uñas
a recoger uvas costeras
con la esperanza simple de encontrarte
en el camino al señor de los icacos
un par de uvas maduras
o alguna procesión
ibas tan lleno de amarguras
con tus párpados abiertos llenándose de muertos
y la costra triste de lo que no te dio tu infancia
pegada al paladar
tu soledad era la misma que la mía
memoria que no cupo en el cuerpo
ni en el hoyo del olvido
por eso era que el mar nos definía:
no podías pedirle al mar lo que querías
pero siempre daba algo
4 comentarios:
"ibas tan lleno de amarguras
con tus párpados abiertos llenándose de muertos
y la costra triste de lo que no te dio tu infancia
pegada al paladar"
no te lo dije pero me histe un nudo en la garganta. Se me aguaron los ojos. es bueno saber que a pesar de todo, ( y con ese todo me refiero a tanta letra suelta, tanto fluir de conciencia, tanta mirada lenta hacia algun punto indecifrable) me conoces un poco la vida. gracias por esto. voy a postear lo que escribí en el callejón.
hay laberintos que son absurdamente amables, pactos de luz y sacrificio al tiempo, paisajes abrumados por la dicha.
hiciste*
"y aprendiste a conformarte con la lluvia
a mirar las formas nuevas de la espuma
a sentir la arena entre las uñas
a recoger uvas costeras"...
Es la melancolia la que mata.
El deseo a huir nos hace mortales.
Todo lo que nos habita, tan ajeno a nosotros, hiere cuando llega la soledad.
Barquitos de papel... letras que se borran.
Y al final, quien espera al otro lado?
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