el lobo resucita en cada cuento, viejo, peludo, con mal aliento, rascándose el bigote de la fama, mirándose narciso en el espejo ilustrado de la página. lobo feroz, tú ya no mueres. tu hambre de piel y carne es la orden de los tiempos. cualquiera de nosotros es lobo feroz: merodeando el bosque de la vida, soplando estructuras frágiles hasta el derrumbe, usando el disfraz de los engaños para convencer a alguno, dejándonos llevar por las más simples ferocidades.
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