Ya no sé, no recuerdo muy bien cómo ni desde cuándo comencé a comer niños. En los cuentos nunca dan detalles de mi origen, todo el mundo se conforma con que soy simplente la mala. Pero tal vez ustedes tengan curiosidad por saber qué me pasó, porque yo también fui niña alguna vez. Ahora que los veo llegar tan asustados, perdidos en el bosque, tengo la desgracia de empezar a recordar esos años oscuros en los que me escapé de casa. Mi padre era malvado, horrible. Quizá yo heredé algo de lo mezquino que él llevaba en las líneas de la mano. Caminé por días y nadie me ofreció asilo. Que conste que ustedes tienen suerte y pueden venir aquí y comer todo el dulce que se les antoje. Al final llegué a casa de una tía soltera que vivía en este mismo bosque y me enseñó a hornear estos postres deliciosos que ustedes no paran de comer. Un día salí al pueblo y un niño me mordió en el mercado. Tenía la boca llena de espuma y me contagió la rabia. Mi tía me curó los síntomas, pero se me quedó instalada en el corazón esta ferocidad incontrolable. Lo siento niños, no me conmueven sus piedrecitas ni sus torpes migas de pan. Sus padres ya deben estar celebrando su ausencia. Nadie extraña a niños tan pequeños. Y yo, con ustedes voy a hacer un festín mejor que cuando me comí a la tía. Ella estaba vieja, tenía el cuero duro. Pero ustedes son tiernitos, comeré delicioso por un mes. Ya verán, niños idiotas, ¡de mí no se salva nadie!
2 comentarios:
^_^
Excelente. Me hizo sonreir.
Está invitada a pasar por mi nuevo blog. Sería un honor.
Noreangélica
Me encanto. ¿Por cuales bosques vives tú?
Israel. isvaro_16@hotmail.com
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