de espaldas al río Guaymas malecón de la ciudad de Guayaquil * Leopoldo María Panero, Ernesto Carrión, Nicole Cecilia Delgado FIL Guayaquil, Ecuador / octubre 2010
leopoldo maría panero es mi padre meando las esquinas o insultando a la gente
por eso dejo que me bese en la boca y me diga cochinadas
las últimas palabras que me dijo en guayaquil el poeta: hazte pajas pensando en mí
juro que sobre el puente del río escuché respirar su lado humano, su rostro humano tomándome rehén, apuntando a mi corazón con su navaja bota, su corazón sin filo de delincuente joven, invadido de nervios de medianoche. decía desvístete por tápate los ojos. no me mires que me pones nervioso, gritaba nervioso, apuntando a mi corazón con su puñal sin filo. el el asalto fue inesperado para todos. me pregunto si los delincuentes también reconstruyen la memoria de la escena del crimen.
la belleza de Guayaquil es despampanante y vulgar y riesgosa. los incendios la han hecho desaparecer ya varias veces pero siempre se reencarna. los edificios parecen haber crecido anoche a fuerza de luz de luna llena, la ciudad podría no tener historia. es limpia, los espacios públicos son grandes, funcionales. podría estar en cuba o panamá pero nunca en un país andino. hace calor de día y de noche el aire sacude las cortinas de los apartamentos del centro. sicarios transnacionales acechan entre el sopor de la costa. frente a la nueva catedral, decenas de iguanas protestan contra el papa. la embriaguez es excesiva y los domingos es ilegal comprar alcohol. detrás de las persianas, todo es clandestino. la policía no sirve para nada y la poesía tampoco. después de las doce sólo los delincuentes bailan. un enorme río atraviesa la ciudad por todas partes.