Encuentro a Eva Cabo frente al Sanborns de Coyoacán. Viste de verde, como casi siempre: blusa, chamarra y tennis combinan graciosamente con los árboles del parque. Intenta disimular sus poderes para mezclarse con la gente común, aunque las dos sabemos que las habilidades de las superheroínas son difíciles de ocultar. Mientras caminamos a nuestra chapatería favorita dentro del mercado, nos cruzamos a un grupo de turistas americanas. “¡Qué mucha gente de fuera!” exclama Eva en su marcado acento gallego, muerta de la risa. Y es que luego de casi dos años en Mexico, ya camina por las callejuelas del sur del DF como toda una local. Una vez sentadas en la barra de la chapatería, pedimos nuestra orden. “Chapata de queso manchego, con todo por favor, y un agua de guayaba”, pide Eva. “Chapata de queso oaxaca, con todo por favor, y un agua tipo ‘pantera’” pido yo. Descubrimos la chapatería hace dos semanas, y quedamos fascinadas ante el despliegue de verduras rayadas que exhiben los famosos sándwiches. Nos hemos propuesto volver cada semana, por lo menos hasta que probemos todos los sabores de aguas frescas.
“¿Y para qué es la entrevista?” pregunta con curiosidad, como si hubiésemos intercambiado los roles por un momento. “Es para clase, tengo que entrevistar a cualquier persona, pero seguro la publico en el blog”, le digo. “¡Y yo que pensé que me entrevistabas porque soy inteligente, guapa, famosa, graciosa y formal!”, protesta con exagerado dramatismo. “Precisamente por esas razones te elegí”, le respondo de buena gana. Y procedemos a representar nuestros personajes más lúdicos, porque la idea de la entrevista nos hace demasiada gracia a ambas.
“A ver, cuénteme, señorita Eva Cabo, ¿es cierto que usted tiene sangre de superhéroe?”. “Pues ahora que me sorprende así, para qué negarlo”, contesta muy convencida. Es fácil entrar en ese juego con Eva Cabo, que mira a los ojos seriamente mientras espeta cualquier barbaridad. Dice que los poderes le vienen por línea paterna, aunque todos en la familia disimulan los superpoderes para que no se aprovechen de su buena voluntad. Su padre, por ejemplo, tiene la habilidad de hacer que todos le crean cualquier cosa que diga. “Por ejemplo”, continúa, “si mi padre te dice ‘señorita Nicole, qué bonito peinado rubio trae el día de hoy’ tú vais a aceptar el piropo como cierto, y si te veis al espejo te encontrarás rubia”. Cuando le pregunto por su superpoder, afirma con mucha seguridad: “¿Yo? Traspaso paredes”.
El juego de los superhéroes y los superpoderes no surge de la nada: ella está preparando un personaje para una lectura de poesía temática el próximo martes. Desde hace un mes, Eva es la maestra de ceremonias de la lectura semanal que llevan a cabo las Poetas del Megáfono (http://poetasdelmegafono.blogspot.com/) en La casa de Mora, un cafecito de la colonia Roma (Tonalá 231, martes 9PM). El tema del martes 4 de marzo será “poesía de superhéroes y superheroínas” y tiene que estar lista para el evento.
Eva Cabo habla de las Poetas del Megáfono con entusiasmo. Con este grupo de chicas poetas de distintas procedencias y nacionalidades radicadas en el Distrito Federal, puede participar de lecturas, performances y talleres en la ciudad con relativa frecuencia. Junto a ellas se ha creado la posibilidad de dedicar la mayor parte de su energía a la creación y la poesía, sin tener que abandonar el lugar lúdico desde el que trabaja. “El mundo literario de México abusa de los formalismos y los protocolos”, afirma, “y para crear, nosotras necesitamos justamente lo contrario”. “Estoy de acuerdo” – digo. Luego procedo a preguntarle: “¿usted cree que el martes próximo las Poetas del Megáfono contarán con la presencia de algún superhéroe famoso?”. Eva abre los ojos muy grandes y asegura: “Pues hasta ahora sólo nos ha confirmado El hombre invisible, que no se pierde una de nuestras lecturas”.
Además de poeta, Eva Cabo es titiritera y cuentacuentos. Actualmente imparte talleres de narración oral una vez por semana en el Espacio Cultural El Galerón (http://www.panicodemasas.com/). Sus poemas y sus cuentos han sido publicados en diversas antologías y ha recibido premios internacionales en las categorías de cuento y de poesía. Sin embargo, le molesta que se difunda esta información. Afirma que los currículum son para gente seria, y que esos premios no definen quién es ella. “Además, sólo mandé textos a los concursos que aceptaban participaciones por Internet”, ríe, como buscando desacreditar la importancia de sus logros.
Una vez terminamos de comer nuestras enormes chapatas llenas hasta el tope de verduras rayadas de todos los colores, salimos a la calle todavía sorbiendo líquido de nuestros enormes vasos de aguas frescas. “Publicidad gastronómica:”, dice, mientras se soba la panza satisfecha, “Las poetas del megáfono recomiendan la Chapatería del Mercado de Coyoacán”. Luego caminamos un par de cuadras buscando sin éxito el puesto en donde vendan más barato el papel de fumar. La lluvia interrumpe nuestra caminata. Decidimos continuar la plática otro día, aunque ya no me dé tiempo de incluir más hallazgos sobre Eva Cabo en este texto. De todas formas, no hay nada como interactuar con ella personalmente. Es para partirse de risa, como ella misma diría. ¡Por suerte sabemos dónde encontrarla la semana próxima exhibiendo sus superpoderes!
“¿Y para qué es la entrevista?” pregunta con curiosidad, como si hubiésemos intercambiado los roles por un momento. “Es para clase, tengo que entrevistar a cualquier persona, pero seguro la publico en el blog”, le digo. “¡Y yo que pensé que me entrevistabas porque soy inteligente, guapa, famosa, graciosa y formal!”, protesta con exagerado dramatismo. “Precisamente por esas razones te elegí”, le respondo de buena gana. Y procedemos a representar nuestros personajes más lúdicos, porque la idea de la entrevista nos hace demasiada gracia a ambas.
“A ver, cuénteme, señorita Eva Cabo, ¿es cierto que usted tiene sangre de superhéroe?”. “Pues ahora que me sorprende así, para qué negarlo”, contesta muy convencida. Es fácil entrar en ese juego con Eva Cabo, que mira a los ojos seriamente mientras espeta cualquier barbaridad. Dice que los poderes le vienen por línea paterna, aunque todos en la familia disimulan los superpoderes para que no se aprovechen de su buena voluntad. Su padre, por ejemplo, tiene la habilidad de hacer que todos le crean cualquier cosa que diga. “Por ejemplo”, continúa, “si mi padre te dice ‘señorita Nicole, qué bonito peinado rubio trae el día de hoy’ tú vais a aceptar el piropo como cierto, y si te veis al espejo te encontrarás rubia”. Cuando le pregunto por su superpoder, afirma con mucha seguridad: “¿Yo? Traspaso paredes”.
El juego de los superhéroes y los superpoderes no surge de la nada: ella está preparando un personaje para una lectura de poesía temática el próximo martes. Desde hace un mes, Eva es la maestra de ceremonias de la lectura semanal que llevan a cabo las Poetas del Megáfono (http://poetasdelmegafono.blogspot.com/) en La casa de Mora, un cafecito de la colonia Roma (Tonalá 231, martes 9PM). El tema del martes 4 de marzo será “poesía de superhéroes y superheroínas” y tiene que estar lista para el evento.
Eva Cabo habla de las Poetas del Megáfono con entusiasmo. Con este grupo de chicas poetas de distintas procedencias y nacionalidades radicadas en el Distrito Federal, puede participar de lecturas, performances y talleres en la ciudad con relativa frecuencia. Junto a ellas se ha creado la posibilidad de dedicar la mayor parte de su energía a la creación y la poesía, sin tener que abandonar el lugar lúdico desde el que trabaja. “El mundo literario de México abusa de los formalismos y los protocolos”, afirma, “y para crear, nosotras necesitamos justamente lo contrario”. “Estoy de acuerdo” – digo. Luego procedo a preguntarle: “¿usted cree que el martes próximo las Poetas del Megáfono contarán con la presencia de algún superhéroe famoso?”. Eva abre los ojos muy grandes y asegura: “Pues hasta ahora sólo nos ha confirmado El hombre invisible, que no se pierde una de nuestras lecturas”.
Además de poeta, Eva Cabo es titiritera y cuentacuentos. Actualmente imparte talleres de narración oral una vez por semana en el Espacio Cultural El Galerón (http://www.panicodemasas.com/). Sus poemas y sus cuentos han sido publicados en diversas antologías y ha recibido premios internacionales en las categorías de cuento y de poesía. Sin embargo, le molesta que se difunda esta información. Afirma que los currículum son para gente seria, y que esos premios no definen quién es ella. “Además, sólo mandé textos a los concursos que aceptaban participaciones por Internet”, ríe, como buscando desacreditar la importancia de sus logros.
Una vez terminamos de comer nuestras enormes chapatas llenas hasta el tope de verduras rayadas de todos los colores, salimos a la calle todavía sorbiendo líquido de nuestros enormes vasos de aguas frescas. “Publicidad gastronómica:”, dice, mientras se soba la panza satisfecha, “Las poetas del megáfono recomiendan la Chapatería del Mercado de Coyoacán”. Luego caminamos un par de cuadras buscando sin éxito el puesto en donde vendan más barato el papel de fumar. La lluvia interrumpe nuestra caminata. Decidimos continuar la plática otro día, aunque ya no me dé tiempo de incluir más hallazgos sobre Eva Cabo en este texto. De todas formas, no hay nada como interactuar con ella personalmente. Es para partirse de risa, como ella misma diría. ¡Por suerte sabemos dónde encontrarla la semana próxima exhibiendo sus superpoderes!
*Foto por Anaïs Abreu