30.11.08
naipes
la última vez que fui a nueva york sólo me quedé tres semanas (en octubre). empezaba el otoño. ya no quedaba ni rastro de los meses del verano. se habían acabado los conciertos, las luciérnagas, el aire libre, la gente des-cubriendo sus cuerpos hedonistas para el sol. mis amigos habían empezado a encerrarse en abrigos y sus complicadas rutinas laborales y metereológicas tomaban control del tiempo, de la disposición de los muebles de la casa, de sus hábitos alimenticios. como me estaba quedanco con elisa, cerca del parque que bordea a manhattan por el lado del río hudson, habían árboles y podía darme cuenta de lo más evidente. las copas de los maples estaban en llamas: amarillas naranjas coloradas. de pronto, empecé a sentir que ya no tenía nada que hacer allí, que había extendido el viaje demasiado. entonces fue que comencé a encontrarme naipes en la calle, como si la nyc hubiera querido darme pistas sobre alguna cosa trascendental que me ocupaba. encontré tres cartas, una cada semana. las hallé casualmente, por ahí. la primera fue en union square, un dos de diamantes en la grama del parque, justo al lado del lugar en que me senté a descubrir que esas tres semanas no iban a ser para nada como las imaginaba. la recogí, quién sabe por qué, y la metí en mi bolsa. a la semana siguiente, caminando por queens una mañana en la que salía de casa de nanda, encontré otra carta tirada en la acera. era un cuatro de diamantes. me resultó curiosa la coincidencia. levanté la carta del piso y también la guardé. intenté buscar el significado de las cartas, como si hubieran sido un oráculo, una señal, pero la verdad es que no me esforcé demasiado por conocer su simbolismo. tal vez temía algo catastrófico, coincidente con el ánimo de muerte de la estación. tenía que irme de allí corriendo. pero la última semana pasó algo que consideré extraordinario. el día del cumpleaños de nanda, dos días antes de irme, entré a un bar con un amigo. y justo enfrente de nosotros, olvidada sobre la barra, estaba mi última carta: un as de espadas. lo asumí como se asume siempre un as. lo terrible de la circunstancia terminaría tan pronto pusiera un pie fuera de la city, aun cuando los árboles del parque no pudieran ser más hermosos de lo que eran este particular otoño. llegando, le conté a lauri lo de los naipes y se emocionó muchísimo. después, durante el carnaval que hicimos el miércoles pasado, lauri se transformó en la reina de los naipes, dadora de fortunas poéticas. el viernes me regaló un siete de corazones.
27.11.08
20.11.08
18.11.08
entomología surrealista
invade mi poema la flor del tiempo
crece musgo
canta la bromelia febril que cubre las paredes
de la selva lírica de la vigilia
en el trópico la muerte (a veces) es mentira
hay una costra viva
en el trópico la muerte (a veces) es mentira
hay una costra viva
germinando en la cruz de los panteones
en la alquimia de los puentes
la arquitectura de la idea es un fenómeno expansivo
que alberga a las arañas
a las moscas, a los saltamontes
(criaturas futuristas del reino animal)
su cuerpo de robot transforma los paisajes
y en la piel
una roncha delata su poder sobre nosotros
en la alquimia de los puentes
la arquitectura de la idea es un fenómeno expansivo
que alberga a las arañas
a las moscas, a los saltamontes
(criaturas futuristas del reino animal)
su cuerpo de robot transforma los paisajes
y en la piel
una roncha delata su poder sobre nosotros
foto: herminio rodríguez
11.11.08
paleta impresionista
hace unos días empezó a cambiar el mundo y no sé
desde qué trinchera seré útil
si ahora estoy coleccionando paisajes, botellas llenas de agua o de raíces
qué trance me lleva mientras una turista se toma fotos
frente al domingo en la alameda
convirtiéndose ella en uno más de los acontecimientos de la pieza
a destiempo, pero igual de integrada al ritmo colorido
de algo que mana de la tierra y hay días
que no debiera decirte demasiado de ninguna cosa así, posible o inventada
porque estoy pintadaen mi monólogo cansado transitando al otro mundo
de la memoria o el desconsuelo o la culpa o la añoranza o el vacío
simple vacío
y necesito del silencio de los cines
o la oscuridad bajo las sábanas
porque me dejaría enremolinar por la ilusión del vértigo
y sería la mujer más cursi del parque
la más enamorada
con tal de que algún beso me cerrara las compuertas
del registro demente de estos pensamientos inútiles
porque a veces no tengo el color de la calma de los lagos
o la calma de los lagos no siempre es lo que estoy buscando
porque sería la más silenciosa del museo
adentro de algún cuadro
mimetizada entre sus grises
y tendría que abrazarme a una canción que me sé de memoria
para llegar ilesa al día de mañana
es que hay cosas en la calle que me recuerdan algo y sé
con certeza atroz
que la luz de las panaderías tiene que permanecer encendida
para que después haya pan
el binomio de los amantes y los asesinos me conmueve más a ciertas horas
si recuerdo que una vez creí que los libros de historia
podían sostener los arcoiris, los eclipses
y me estrello contra su corrupta representación, su escrutinio excluyente
su estructura fatídica y brutal
porque la paleta de esta ciudad tanto más grande que mí misma
se me interpone:
las pústulas violáceas de un señor que pide limosna en el andén
la vejez amarilla de una mujer que vende suéteres de lana
el amor azul de las parejas en los bancos de los parques
las notas moradas de un tipo que toca saxofón desde su esquina
los globos vacíos de ese viejito caminante que conocimos en xilitla
los negros rizos de un muchacho que pasó por delante de nosotros
y yo necesité tocar, aunque no pude
porque no es lo mismo estar al aire libre
que sola en una ciudad tan monstruosa como benevolente
desde el día que rompí las flores del camino hasta mi casa
ahora sólo me sostiene creer en que una niña sí puede cambiar
el rumbo de su genealogía
que el amor lo puede todo
que va a llegar el amor
aunque todos los signos pronostiquen otra cosa
desde qué trinchera seré útil
si ahora estoy coleccionando paisajes, botellas llenas de agua o de raíces
qué trance me lleva mientras una turista se toma fotos
frente al domingo en la alameda
convirtiéndose ella en uno más de los acontecimientos de la pieza
a destiempo, pero igual de integrada al ritmo colorido
de algo que mana de la tierra y hay días
que no debiera decirte demasiado de ninguna cosa así, posible o inventada
porque estoy pintadaen mi monólogo cansado transitando al otro mundo
de la memoria o el desconsuelo o la culpa o la añoranza o el vacío
simple vacío
y necesito del silencio de los cines
o la oscuridad bajo las sábanas
porque me dejaría enremolinar por la ilusión del vértigo
y sería la mujer más cursi del parque
la más enamorada
con tal de que algún beso me cerrara las compuertas
del registro demente de estos pensamientos inútiles
porque a veces no tengo el color de la calma de los lagos
o la calma de los lagos no siempre es lo que estoy buscando
porque sería la más silenciosa del museo
adentro de algún cuadro
mimetizada entre sus grises
y tendría que abrazarme a una canción que me sé de memoria
para llegar ilesa al día de mañana
es que hay cosas en la calle que me recuerdan algo y sé
con certeza atroz
que la luz de las panaderías tiene que permanecer encendida
para que después haya pan
el binomio de los amantes y los asesinos me conmueve más a ciertas horas
si recuerdo que una vez creí que los libros de historia
podían sostener los arcoiris, los eclipses
y me estrello contra su corrupta representación, su escrutinio excluyente
su estructura fatídica y brutal
porque la paleta de esta ciudad tanto más grande que mí misma
se me interpone:
las pústulas violáceas de un señor que pide limosna en el andén
la vejez amarilla de una mujer que vende suéteres de lana
el amor azul de las parejas en los bancos de los parques
las notas moradas de un tipo que toca saxofón desde su esquina
los globos vacíos de ese viejito caminante que conocimos en xilitla
los negros rizos de un muchacho que pasó por delante de nosotros
y yo necesité tocar, aunque no pude
porque no es lo mismo estar al aire libre
que sola en una ciudad tan monstruosa como benevolente
desde el día que rompí las flores del camino hasta mi casa
ahora sólo me sostiene creer en que una niña sí puede cambiar
el rumbo de su genealogía
que el amor lo puede todo
que va a llegar el amor
aunque todos los signos pronostiquen otra cosa
10.11.08
9.11.08
arquitectura demente
dicen que beto ramón construyó este castillo para que vinieran a vivir todos sus hijos. nosotros conocimos a doña petra, su viuda y cuarta esposa, quien nos abrió generosamente las puertas de su casa el día de muertos. yo quise preguntarle cómo se había enamorado de don beto ramón, pero se le aguaron los ojos antes de responder a la pregunta.
beto ramón
muy cerca del castillo surrealista de edward james en la huasteca potosina hay otra construcción fantástica. no puede decirse que son estructuras comparables, aunque no cabe duda de la influencia que uno tuvo sobre el otro. la cosa es así. cuando estábamos en el museo de edward james en xilitla alguien nos dijo que fuéramos a aguacatitla, en el municipio de axla de terrazas, en donde había vivido don beto ramón, un curandero tradicional tan famoso que se hizo rico porque venía gente a verlo de todas partes de la república. en sus mejores tiempos atendía a más de 200 personas al día. dicen que era tan generoso que no cobraba las consultas, pero que la gente a quienes curaba quedaba tan agradecida que poco a poco fue erigiendo una fortuna y construyendo un pueblo. hizo su enorme castillo kistch mexicano, le dio casa a sus seres queridos en los terrenos vecinos, construyó su propia iglesia. está enterrado allí mismo, y hay un busto suyo tamaño real con la mano extendida, porque quiso que después de muerto siguiera viniendo gente a verlo y a pedirle sanación. cuando toqué su mano de bronce, juro que sentí que beto ramón me sonreía con benevolencia. pero ese no fue el único fenómeno mágico que sucedió en su casa. a las 12 del día del 2 de noviembre, sentados a la mesa frente a su altar de muertos (había tamales y chocolate caliente para toda persona que viniera a visitar a la familia en esas fechas), vimos un polvillo flagelado bajar del techo suavemente, como bailando. antes de que preguntáramos qué era, alguien nos dijo "¿ya las vieron bajar? esas son las almas de los difuntos..."
6.11.08
arquitectura fantástica
LAS POZAS DE EDWARD JAMES
Xilitla, San Luis Potosí
entonces, la belleza es esto:
el silencio del río que no deja de hacer ruido
y el lenguaje que necesita de la luz para plasmarse.
estaría días enteros echada en el suelo leyéndonos poesía porque en todo caso, lo que importa es el suelo y el contacto con la tierra. hoy no necesito que la fe mueva montañas porque la montaña está aquí y estoy haciendo un puente levadizo que es como un aletear de mariposa azul entre las manos.
tramas salvajes un fin de semana lejos
en el camino blancas osamentas imposibles
criaturas que mueren de vértigo al caer de lo más alto
arqueología tropical
verde de tanto llenarse de líquido la entraña
empiezan a importar poco los muertos
detrás del silencio de la espuma
o el tacto violento del agua que cae sobre sí misma
a fuerza de caer estoy olvidando poco a poco
lo esencial es repetirse
como se repite la cascada en su fluir interminable
nunca se sabe, dimensión y razón
son palabras que no tienen remedio
y tiene que haber fe
y buena voluntad
y tiempo
para decirles que la magia existe
paseo por viveros de coyoacán
hay palabras que puedo tocar hoy, que antes no podía. el diccionario es un universo lleno de texturas y colores y danzas. yo no puedo decir nada que no haya tocado antes, o por lo menos visto pero aquí, ahora, el joven matador de toros (eso es una canción de calamaro) se incorpora y baila sus propias percusiones, se multiplica, muge, y yo no lo quiero besar ni nada. empieza a gustarme que haya sol adentro del diccionario y que los toreros levanten el polvo de este parque y que yo esté tan lejos ya de todo lo que ayer creí necesitar con tanta urgencia. hoy sólo quiero calma y quiero fe sentada aquí en el parque aunque a veces me preocupa no tener nada que decir, andar tan simplemente en blanco (tabula rasa rasa) y que la brisa me duela porque te miro pasar deforme adentro de mi sueño.
altar para mi abuela a cinco años de su muerte
abuela, yo te hice un altar de fuego para regalarte cosas que nunca aprendí contigo aunque tengo la sospecha de que te habrías sumado a esta precaria ceremonia que invento para ti esta noche. te regalo la intemperie y mi quinto elemento para poder cantarte mis poemas bajo el cielo de axla de terrazas en el nahuatl de ninguno de nuestros respectivos antepasados. para ti y sólo para ti hice mi primera ceremonia pagana, te hice caminos amarillos de cempazúchil por los cuatro rumbos para que llegaras hasta aquí por donde mejor te pareciera.
5.11.08
xilitla, san luis potosí
quién iba a pensar que fui a buscar a mis abuelos a un lugar que ellos no tuvieron nunca en la boca, en un pueblo con la iglesia vacía pero lleno de muertos disfrazados de personas y también viceversa. esta puede ser la esquina más transitada de xilitla, y yo espero a que venga la abuela de mi abuela a salir de incógnita en el marco de una foto mientras pasan los niños con sus caras pintadas de blanco y calabazas en las manos pidiendo dulces a cambio de dulzura. hace una semana aquí hubo una convención de circo y el pueblo estaba lleno de payasos. ahora quedan sus espectros y un diábolo de fuego en la memoria de las puertas que irá borrando la lluvia y el musgo poco a poco.
un niño que pide chililiques me pregunta "¿a cómo das el cempazúchil?" y yo le regalo un par de pétalos de mi ofrenda para que haga un caminito hasta el altar en la recepción de un hotel.
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